La inteligencia del bebé crece y evoluciona con el niño y las experiencias desempeñan un papel clave en el desarrollo intelectual del pequeño. ¿Cómo puedes ayudarle?
​Hasta no hace mucho tiempo, se pensaba que la inteligencia se expresaba, principalmente, a través de las capacidades verbales o lógico-matemáticas. Sobre esta misma suposición, se basa el célebre I.Q. Test (Test del Coeficiente Intelectual).

De acuerdo con este test, un niño se considera más inteligente si, por ejemplo, respecto a sus coetáneos, manifiesta una mayor capacidad verbal, lógica o matemática. Al niño "normal" se le atribuye un coeficiente de 100; el que obtiene una puntuación superior a 130 se considera dotado (cerca del 5% de todos los niños); y sólo el 1% de los niños superdotados consigue obtener una puntuación superior a 140.

Sin embargo, como ya han demostrado muchos estudios, hoy en día ya no se habla de inteligencia fija e innata, que se mide a través de un test, sino de una inteligencia que consiste en la capacidad de adaptarse a las situaciones de forma adecuada, que conlleva la valoración de una serie de comportamientos:

- Evitar actuar por instinto.
- Reflexionar antes de pasar a la acción.
- Analizar la situación.
- Realizar comparaciones con el pasado modificando la respuesta en función de las experiencias vividas.
- Escoger la acción que más contribuya a la comunidad en la que se actúa.

Cómo desarrollar la inteligencia del bebéEl potencial intelectual no representa, por tanto, un patrimonio que se recibe en el momento de la concepción, sin la posibilidad de modificarlo ni desarrollarlo. No se nace inteligente, sino que la persona se hace inteligente. La inteligencia crece y evoluciona con el niño, y es posible potenciarla, desarrollarla y reforzarla del mismo modo que potenciamos, desarrollamos y reforzamos los músculos.

Según los resultados de un número de estudios cada vez mayor, el desarrollo del cerebro, que comienza desde el principio de la concepción, no se interrumpe en el momento del nacimiento, sino que continúa hasta los 20 años, como mínimo, y alcanza su máximo ritmo alrededor de los 10 años. Por este motivo, muchos estudiosos prefieren hablar de potencial intelectual, para subrayar las posibilidades que la inteligencia tiene de crecer y desarrollarse.

Ésta es la razón que explica por qué las experiencias desempeñan un papel clave en la determinación del desarrollo del cerebro del niño. El aprendizaje del bebé puede realizarse de dos formas:

A través de la exposición directa a los estímulos. El niño aprende de forma autónoma de los encuentros con las personas, con los objetos y con las situaciones propias del ambiente.

A través de un mediador. El niño aprende a través de una persona que actúa de mediador entre él y el ambiente.



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