La mente humana sigue siendo un campo de investigación muy amplio para miles de psicólogos de todo el mundo. Estos fueron algunos de los experimentos más reveladores que ayudaron a los expertos a conocer mejor el comportamiento de las personas.
El Gorila Invisible (1999). Un experimento realizado por Christopher Chabris y Daniel Simons que puso a prueba la percepción visual y la atención del ser humano. En la prueba aparecen seis personas, tres vestidas de color blanco y otras tres de negro, pasándose una pelota de baloncesto y se pide contar cuántas veces se pasan la pelota los de blanco, aunque en realidad el número de pases es lo de menos en este experimento...



El experimento de Milgram (1974). Llevado a cabo por Stanley Milgram, psicólogo de la Universidad de Yale, que tenía la intención de medir la buena voluntad de un participante al obedecer las órdenes de una autoridad, incluso cuando estas puedan entrar en conflicto con su conciencia personal.



El experimento de la prisión de Stanford (1971). Philip Zimbardo, psicólogo de la Universidad de Stanford, convocó a un grupo de estudiantes para estudiar la manera en que se asumen ciertos roles y, además, para explorar la noción del mal en el alma humana.



Experimento de Asch (1951). Una serie de pruebas que demostraron significativamente el poder de la conformidad en los grupos. En ellas Solomon Asch buscó identificar y cuantificar el grado en que el juicio del grupo afecta al punto de vista individual.



Experimento de Rosenhan (1968-1972), llevado a cabo por el psicólogo David Rosenhan. Publicado bajo el título 'Estar cuerdo en lugares dementes', es considerado como una importante e influyente crítica a la diagnosis psiquiátrica.
 

Bonus Nº1: Manipulación de la memoria (1974). Durante el experimento, 45 personas en grupos de 9 vieron una película acerca de un accidente de tránsito. A 9 de esas personas se les pidió luego que estimaran a qué velocidad iban los vehículos cuando chocaron, al igual que al resto de los grupos pero con la diferencia de que cambiarían la palabra "chocaron" por otras como "colisión", "impacto", "encontronazo", etc. Los que respondieron a la palabra choque consideraron que iban 30 kilómetros más rápido que aquellos a los que se les dijo la palabra encontronazo. Semanas más tarde, cuando se les preguntó acerca de un vidrio roto en el accidente, los que habían sido interrogados con las palabras más 'fuertes' recordaron perfectamente ese vidrio roto a pesar de que nunca existió.

Bonus Nº2: Experimento de las expresiones faciales (1924). Carney Landis, licenciado en Psicología de la Universidad de Minnesota, desarrolló un experimento para determinar si diferentes emociones crean expresiones faciales específicas a esa emoción. El objetivo de este experimento era ver si todas las personas tienen una expresión común cuando sienten disgusto, 'shock', alegría, etc. La mayoría de los participantes en el experimento eran estudiantes. Landis dibujó líneas en los rostros de los voluntarios para exagerar las expresiones. Luego, los hacía oler amoníaco, escuchar jazz, mirar fotografías y poner la mano en un balde lleno de sapos. Por último, le solicitaba al voluntario que decapitara una rata blanca pese a que ninguno sabía cómo hacerlo. Si bien la mayoría de los participantes no siguió las instrucciones, un tercio lo hizo. La prueba puso de manifiesto que la gente está dispuesta a hacer casi cualquier cosa en determinadas situaciones.

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