El proyecto para producir gas pizarra, o de esquisto, en Europa ha topado con un escollo inesperado.La Asociación Alemana de Fabricantes de Cerveza remitió al Gobierno del país una carta en la que el sector expresa su temor a que las tecnologías que se usan en la producción del combustible tengan un impacto negativo en la calidad de las aguas del subsuelo y, como consecuencia, de la cerveza.En estos momentos, Alemania solo está preparando una ley que autorice la extracción del gas de esquisto. Se prevé que el proyecto permita al país cubrir hasta el 15 % de su demanda de hidrocarburo. La explotación de yacimientos de gas no convencional implica obligatoriamente el uso de la llamada tecnología de la fractura hidráulica, consistente en inyectar en el terreno agua junto con sustancias tóxicas. Los efectos de aplicar esta técnica no están estudiados del todo. Por ejemplo, existen riesgos sísmicos reales. Pero lo que más temen los productores alemanes de cerveza es la contaminación de las aguas que afectaría inevitablemente a la calidad de su producto. El sector exige renunciar incluso a debatir la "ley del gas de esquisto". Serguéi Pikin, director de la Fundación de Desarrollo Energético, lo explica así:—El uso de diferentes sustancias químicas hace que el gas se libere de las formaciones rocosas de esquisto. La fórmula de estas sustancias es un know-how de los productores de gas que no lo revelan. Estas fracturas hidráulicas desencadenarían, con toda seguridad, cambios en el medio ambiente. Es por ello que, para evitar riesgos, muchos países optan por prohibir su extracción.Actualmente, Alemania tiene suspendidas la exploración y la extracción de este gas, mientras no se terminen de evaluar todos los aspectos ambientales. Otros países europeos como Francia, Italia, Austria y Dinamarca se oponen enérgicamente a proyectos de este tipo. Los Países Bajos y Luxemburgo renunciaron a perforar el suelo en busca del gas de esquisto. La República Checa y Bulgaria mantienen la moratoria a la extracción. En el extremo opuesto se encuentran Polonia, Rumanía, Ucrania y Lituania, países que tienen puestas muchas esperanzas en ese gas. Pero lo cierto es que la población de las zonas en las que se proyecta la producción no suele compartir el entusiasmo de las autoridades. Ya se han producido protestas en Ucrania y Rumanía. Rustam Tankáev, experto de la Unión de Productores de Petróleo y Gas de Rusia, opina así:—Todo depende de los Gobiernos y de la capacidad de los ciudadanos para movilizarse. No creo que en una Europa superpoblada y con una ciudadanía activa, alguien vaya a tolerar terremotos, aunque sean de escasa magnitud. Supongo, por tanto, que no es de esperar una producción a gran escala del gas, máxime tratándose de una región que alberga una pequeña porción de las reservas mundiales.EEUU es un país que tiene una experiencia mucho más amplia en la extracción del gas de esquisto, lo que ha causado una caída del precio del gas y le ha brindado la independencia de las importaciones. Pero esto es economía. Cuál es el impacto ambiental, se verá solo al cabo de unos años, dice Serguéi Pikin, director de la Fundación de Desarrollo Energético:—Los efectos de la extracción del gas de esquisto que ya existen en territorio estadounidense, muestran que se están produciendo unos cambios ambientales muy importantes que afectan sobre todo a la agricultura. De hecho, una buena parte del suelo se convierte en desierto. Lo que vemos ahora es solo la punta del iceberg, pero ya nos permite hablar de que existen riesgos sustanciales para el medio ambiente.Las protestas en EEUU tienen mucho menos protagonismo que en Europa, puesto que el gas de esquisto se extrae allí en zonas despobladas. Pero también hay voces críticas que intentan concienciar a la sociedad. Entre ellas, las de personas cuya actuación desinteresada es difícil de poner en duda, como Paul McCartney, Lady Gaga o Robert De Niro.

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